Artículo 12. Para desarrollar en nuestra comunidad educativa una cultura de convivencia pacífica, armónica y de no violencia, la acción educativa del colectivo pedagógico prioriza a través de las actividades curriculares y extracurriculares que los estudiantes desarrollen:
Capacidad de diálogo. Para huir del individualismo y utilizar el diálogo como herramienta en la resolución de conflictos
Capacidad para transformar el entorno. Para contribuir a la formulación de normas y proyectos contextualizados que garanticen la implicación y el compromiso del Colegio y la comunidad social.
Comprensión crítica. Implica el desarrollo de capacidades orientadas a la adquisición de la información moralmente relevante respecto a la realidad y el compromiso para mejorarla.
Empatía y perspectiva social. Para posibilitar el conocimiento y la comprensión de las razones, los sentimientos y los valores de las otras personas, interiorizando valores como la cooperación y la solidaridad.
Competencia social. Para facilitar la coherencia entre los criterios personales y las normas y principios sociales en los diferentes ámbitos de relación.
Resolución pacífica de conflictos. Para entender que el conflicto, como parte de la naturaleza social humana, puede ofrecer una oportunidad de desarrollo y crecimiento personal y social.
Buen trato. Implica actitudes y prácticas cotidianas de comunicación y relación humana recíproca, considerándose como una manera de encontrarse, relacionarse y comunicarse de manera amigable, sin desestimar la capacidad de cuestionamiento inherente a la resolución de conflictos, ni lesionar los derechos de las y los involucrados.
Cultura de paz. Para tener relaciones humanas más armónicas y, de ese modo, crear comunidades educativas incluyentes y participativas.
Pedagogía del cuidado. Para revalorizar la gestión y ética del cuidado, apostando por la corresponsabilidad en su ejercicio. Para ello, hace falta:
a) promover el cuidado corresponsable de los espacios y los objetos, de las personas y de la naturaleza;
b) proponer organizaciones distintas para las tareas domésticas que vayan acompañadas de un cambio de los roles femeninos y masculinos y que fomenten la corresponsabilidad de todas las personas que conviven en el hogar o en el aula; y
c) cooperación mutua con niñas, niños y/o adolescentes en actividades de cuidado de la escuela que sean necesarias, así como el fortalecimiento democrático con equidad en las responsabilidades públicas (líderes, delegadas o delegados.